La deficiencia de vitamina D es un problema global que afecta a personas de todas las edades y condiciones, con múltiples causas que van desde problemas en la absorción hasta factores ambientales que influyen en su síntesis. Esta deficiencia puede tener implicaciones en el sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad a infecciones y desencadenando respuestas autoinmunes.

La vitamina D se ha utilizado históricamente en el tratamiento de enfermedades infecciosas, como la tuberculosis, y se ha observado una asociación entre niveles bajos de vitamina D y un aumento en la incidencia de infecciones respiratorias y otras enfermedades.

En particular, el dengue, una enfermedad viral transmitida por mosquitos, presenta una propagación rápida a nivel mundial y puede tener formas graves como el dengue hemorrágico y el síndrome de shock por dengue. El estado nutricional del paciente, incluidos los niveles de vitamina D, puede influir en la progresión de la enfermedad. Se ha observado que niveles bajos de vitamina D están asociados con una mayor probabilidad de progresión a formas graves de dengue. 

Los mecanismos detrás de esta asociación aún no están completamente comprendidos, pero se especula que la vitamina D puede modular la respuesta inmune y la replicación viral.

En conclusión, mantener niveles adecuados de vitamina D puede ser importante para fortalecer el sistema inmunológico y reducir el riesgo de progresión a formas graves de enfermedades infecciosas como el dengue. Sin embargo, se necesita más investigación para comprender completamente el papel de la vitamina D en la patogénesis y la progresión de estas enfermedades.

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