Vertismed Paraguay | EL SUPLEMENTO CON ALTAS DE VITAMINA D PODRÍA REPRESENTAR UNA ALTERNATIVA PROMISORIA PARA PREVENIR O TRATAR LA INFECCIÓN POR COVID-19
 

EL SUPLEMENTO CON ALTAS DE VITAMINA D PODRÍA REPRESENTAR UNA ALTERNATIVA PROMISORIA PARA PREVENIR O TRATAR LA INFECCIÓN POR COVID-19

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Introducción

En los últimos meses se han implementado múltiples estrategias terapéuticas —-algunas con base científica y otras hasta empíricas—- para el abordaje de la afectación pandémica por COVID-19 y que incluyen fármacos antirretrovirales, corticoides, inmunomoduladores, entre otros. De interés, los tratamientos empíricos tienen su base racional debido a la urgencia del caso y también a la falta de evidencia clínico farmacológica para la COVID-19. No obstante, resulta clave recordar que el empirismo enfatiza el papel de la experiencia y la evidencia y, por lo tanto, construye tarde o temprano al rigor de la evidencia médica o medicina basada en la evidencia. En este sentido, a la fecha, carecemos de suficiente evidencia (varios estudios clínicos) que avale los beneficios de implementar altas dosis de vitamina D en la población y/o en pacientes expuestos al SARS-CoV-2. Sin embargo, la validación de la hipótesis parece cada vez más próxima.

En rigor, es conocido que los receptores de vitamina D (VDR) existieron en organismos muy primitivos que carecían de un sistema dérmico apropiado para sintetizar su ligando específico, la vitamina D. También, estos organismos carecían de aparatos como el osteoarticular, cardiovascular, riñones e inclusive pulmones1. Consecuentemente surge el planteamiento de cuál sería su propósito, y una primera aproximación de respuesta sería la de formar parte de un complejo sistema de defensa. Los VDR fueron originalmente descritos dentro de las células a nivel citoplasmático, pero luego y de especial interés, también se los halló en algunas organelas fundamentales como las mitocondrias2,3. Esta inédita localización reforzó la noción de efectos no genómicos para la vitamina D, sobre todo si consideramos que sus acciones más conocidas (tanto genómicas como no genómicas) son el producto de la interacción hormona-receptor a nivel citoplasmático. Esta unión que sufre regulación forma un complejo factor de transcripción que, translocado al núcleo celular, produce la modulación de múltiples genes mediadores del metabolismo fosfocálcico4,5.

Para destacar, más de dos décadas atrás fue descrita una diversidad de acciones para la vitamina D que incluían tanto las relacionadas con el metabolismo fosfocálcico como otras «pleiotrópicas» y que incluían la inhibición de la proliferación de células cancerosas, efectos sobre la secreción hormonal y supresión de la proliferación de células T, así como también la modulación de ciertas citocinas6. En este sentido, más recientemente se demostró que la vitamina D ysus metabolitos participan activamente en la regulación de las respuestas inmunes innatas y adaptativas, por lo que su deficiencia se asocia con una serie de infecciones autoinmunes y alérgicas7. Estos hallazgos justifican las elucubraciones sobre los antecedentes evolutivos y dan soporte a la idea de que probablemente su rol primario sea el de defensa celular y tisular a través de mecanismos inmunológicos y/o la regulación de procesos inflamatorios. Adicionalmente, la evolución también le posibilitó interaccionar con otros sistemas fundamentales en el mantenimiento de la homeostasis celular. Así, la vitamina D se contrapone y/o modula las vías de señalización de otro sistema ancestral, el sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRAA), caracterizado por regular el medio interno y la hemodinamia en organismos superiores, pero y de central interés para la presente revisión, también funciona como un complejo sistema proinflamatorio1. Por ello, no resulta casual que la mayoría de las células de mamíferos expresen tanto VDR como receptores y enzimas del SRAA. La vitamina D, sus metabolitos y receptores por un lado, y el SRAA por el otro, representarían las dos caras de una misma moneda —-el mantenimiento del delicado equilibrio de defensa celular—-, siendo mediadores de procesos proinflamatorios y antiinflamatorios.

Paralelamente, a la existencia de VDR en casi todas las células del organismo, y no solo a nivel renal, también se ha demostrado la presencia de la enzima 1–hidroxilasa, lo que sugiere cierta independencia entre los niveles circulantes de vitamina D respecto de los niveles intracelulares8. Este concepto complejiza la comprensión sobre el valor diagnóstico/pronóstico de las determinaciones de vitamina D circulante y su posible implicación en enfermedades no clásicamente relacionadas con la vitamina D como el cáncer, la esclerosis múltiple y la preeclampsia, entre otras9.

Conclusiones y perspectivas
En consecuencia y ante esta epidemia devastadora para la que carecemos aún de tratamientos efectivos, la presente revisión recopila y propone explorar el efecto potencialmente protector de las altas dosis diarias de vitamina D para aumentar rápidamente los niveles en sangre y tejidos, con el objetivo de contrarrestar la sobrecarga del SRAA y mejorar así el curso de la infección por COVID-19, sus complicaciones respiratorias (fig. 1) e inclusive de otros órganos. El propósito es abrir la discusión y crear un debate apropiado sobre la conducta de indicar vitamina D a la población general, particularmente a los más expuestos, y como lo citado, lograr un aumento sérico y tisular para contrarrestar el desequilibrio de algunos de los componentes del SRAA y también manifestar sus propios efectos antiinflamatorios (fig. 1).

Consideramos que esta estrategia a nivel poblacional podría proporcionar una herramienta más en la defensa contra el virus y con nulos efectos adversos, como se demostró en la revisión de más de 76.000 pacientes incluidos en ensayos controlados con ingesta de vitamina D. Por lo expuesto previamente, una posible dosis para obtener rápidos incrementos en los niveles plasmáticos de vitamina D podría estar entre las 5.000 y/o 10.000 UI diariamente, o bien de 50.000 a 100.000 UI por semana92.

Dado lo tentativo de la dosis propuesta podría considerarse el uso de dosis más bajas en niños o adultos jóvenes con bajo riesgo de exposición al virus. Al respecto, nuestro grupo de trabajo avanza sobre el desarrollo de protocolos controlados con diferentes poblaciones de personas en riesgo o ya infectadas, evaluando parámetros fisiológicos y eventos clínicos. Asumimos que dicha intervención no pretende eliminar el virus; sin embargo, resulta promisorio su potencial para dificultar el ingreso viral y, en caso de padecerlo, mejorar la evolución del paciente. Es decir, la ingesta de vitamina D podría mejorar las condiciones de los pacientes para que puedan estar274 J.L. Mansur et al. en más adecuadas condiciones para hacer frente y aumentar sus posibilidades contra la COVID-19 e inclusive otros cuadros infecciosos equivalentes.

Como lo descrito previamente, consideramos que la recomendación encuentra respaldo en múltiples informes. En acuerdo, muy recientemente, Grant el al.93también proponen elevar las concentraciones séricas a través de la suplementación con vitamina D y aseguran que esto podría reducir la incidencia, la gravedad y el riesgo de muerte por influenza, por neumonía y por la epidemia actual de COVID-19. También, Rhodes et al.94han propuesto la suplementación con vitamina D por lo menos para quienes en el hemisferio norte tienen más riesgo de enfermedad grave y muerte. Lo mismo que recomienda la Asociación de Dietistas del Reino Unido95y editoriales en medios internacionales de rigor científico.

Finalmente, el propósito de compartir esta idea con profesionales de la salud es encender rápidamente el debate y llamar a la reflexión crítica que permita contribuir a emprender sin demoras más y mejores diseños clínicos para validar esta hipótesis en beneficio de la salud pública y sobre todo en tiempos de esta emergencia por COVID-19.

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